Madrid, 4 de noviembre de 2024
La Dana que vivió la Comunitat Valenciana el martes 29 de octubre ha sido la peor de este siglo, a día de hoy hay más de 200 víctimas mortales y miles de damnificados.
Desde la Sociedad Española de Pediatría Social queremos transmitir nuestras más sinceras condolencias a todas las personas que han perdido a sus seres queridos, así como nuestro apoyo a todos aquellos que de una forma u otra son víctimas de este desastre medioambiental.
En situaciones de catástrofe, los recursos disponibles son muy inferiores a las necesidades, la población no accede ni siquiera a las necesidades básicas como son la comida, la bebida, el abrigo o un lugar para poder pasar los días.
Las inundaciones llevan asociados un aumento del número de accidentes, epidemias de enfermedades infecciosas, así como incremento y agravamiento de enfermedades crónicas. Los efectos psicológicos como el estrés postraumático, la ansiedad o la depresión se hacen presentes en la población.
Como sociedad que vela por la protección de la infancia, colectivo de especial vulnerabilidad, queremos instar a la sociedad, y a los pediatras en particular, a atender las complicaciones en materia de salud infanto-juvenil que llevará asociados y a crear entornos seguros y protectores para los niños, niñas y adolescentes afectados.
En el año 2020 el Comité de Salud Medioambiental de la Asociación Española de Pediatría elaboró un documento sobre el impacto en la salud de las inundaciones https://www.aeped.es/comite-salud-medioambiental/documentos/impacto-las-inundaciones-en-salud-infancia-y-adolescencia-un-enfoque , que lamentablemente vuelve a la actualidad para ser guía para nuestra profesión.
Debemos considerar la importancia de elaborar estrategias de anticipación, mitigación y prevención de los posibles efectos para la salud, de la misma forma que es importante que los que atendemos la salud integral de la infancia estemos preparados para tratar las infecciones y zoonosis derivadas de la contaminación de las aguas, el manejo de las heridas y el previsible deterioro de su salud mental.
Hoy más que nunca los pediatras debemos sostener a una infancia dañada y apoyar a su entorno más cercano, su familia.